Correr 245 kilómetros por las tórridas arenas del desierto del Sáhara en sólo seis días, pedalear durante una veintena de días para recorrer más de 3.500 kilómetros, soportar un viraje brusco a 1.500 kilómetros por hora –a bordo de un caza de combate que vuela a 18.000 metros–, escalar un pico de más de 8.000 metros o pasar tres meses durmiendo en periodos de tres horas a bordo de un velero que da la vuelta al mundo, no son hazañas al alcance de cualquiera. Para realizar algunas de estas actividades, que ponen a prueba los límites de resistencia del cuerpo humano, hace falta tener una salud de hierro o un físico perfecto. En algún caso, como ocurre con las carreras de ultrafondo o la alta montaña, tiene más importancia la determinación y la voluntad, pero estar en forma es siempre esencial.
"Para el ultrafondo no hace falta un físico especial, pero sí determinadas condiciones”, explica el atleta José María González Muñoz, de 43 años, campeón de Europa de 100 Kilómetros en 2006 y campeón de España de maratón en 1999. Tras 20 años corriendo, lo tiene claro. Para participar en carreras de ultrafondo, “el requisito es haberte preparado bien”; y aún así, dice, este tipo de carreras acaban pasando factura: “Muchas veces no es lo que haces, sino las condiciones en las que lo haces”. Es el caso de la citada prueba africana, MDS!
En pruebas como los 100 Kilómetros, que suponen un esfuerzo continuado durante muchas horas –González Muñoz ganó el Campeonato de Europa con 6 horas y 23 minutos– sufren principalmente las articulaciones y los músculos, además del riñón y el hígado, que se encuentran con dificultades para realizar su función. Es habitual que tras una carrera de este tipo, el color de la orina sea anormalmente oscuro. No obstante, según este atleta, el ultrafondo es “menos traumático” que el maratón, que consta sólo de 42,195 kilómetros, porque el ritmo es inferior. Pero al día siguiente las consecuencias son peores. “Después de un maratón, aún tienes vida, pero tras 100 kilómetros, te quedas sin fuerzas, llegas al agotamiento total de la musculatura”, explica González Muñoz.
No sólo el ultrafondo pone al límite la salud. Existen otros deportistas especialmente habituados al sufrimiento. Son los ciclistas por etapas. Esta modalidad de ciclismo, cuyo ejemplo más claro es el Tour de Francia, es especialmente peligrosa, porque el diseño de la prueba no permite la recuperación del corredor tras pedalear durante más de 200 kilómetros en un día. Tras un periodo de seis a diez días de esfuerzos continuados empiezan a aparecer alteraciones hormonales.
Los ciclistas sufren las consecuencias del esfuerzo también en forma de bajón del sistema inmune, haciéndoles más proclives a padecer infecciones más graves. Al igual que ocurre con el ultrafondo, los riñones y el hígado también se ven afectados, sin olvidar otras consecuencias menos importantes para la salud, pero posiblemente más penosas para el deportista, como la sobrecarga de los músculos y tendones. Tampoco es raro que los ciclistas de élite puedan sufrir un estrechamiento de la arteria ilíaca debido a la intensidad del bombeo de sangre, en las extremidades inferiores. “Participar en una de estas pruebas es poner la salud al límite”. Sin embargo, estos riesgos contrastan con los beneficios que tiene la práctica del ciclismo de forma moderada, que según el especialista, están fuera de toda cuestión.
Los nadadores de ultrafondo, considerando ultrafondo a partir de los 15 km y hasta los 88 km, también padecen o pueden padecer la misma sintomatología que los runners o ciclistas de fondo, pero no solo eso, la exigencia física es enorme, ya que los golpes, codazos, patadas entre los nadadores son constantes, además en las pruebas "cortas", de 5-10-15 km, no hay casi tiempo para avituallarse, mientras que en 25 km para no sufrir una deshidratación el nadador se debe avituallar constantemente. Otro factor a tener en cuenta es que los nadadores de aguas abiertas están expuestos al frío del agua, ya que esta puede llegar a estar alrededor de 16ºC y llega a causar importantes hipotermias, por eso antes de nadar el nadador cubre su cuerpo con vaselina y lanolina protegiéndose también de las posibles rozaduras...además hay factores como el coco y la orientación que juegan su papel muy importante en estas pruebas...
Otras personas que viven al límite, en este caso varios miles de metros por encima de los montañeros más aguerridos, son los pilotos de combate y los astronautas. Aunque no son deportistas, también deben tener una condición física envidiable.
Pero que hay después de este mundo????
Cuánto tiempo necesita nuestro cuerpo para volver al mismo nivel que estaba antes de la prueba de ultrafondo??
Recuperamos totalmente??
Estas son las preguntas e inquietudes que rondan mi cabeza después de haber afrontado mi reto natatorio de ultrafondo,
los 25 km en piscina, ya que no recordaba ninguna prueba o evento que haya hecho y que me haya dejado tan tocado físicamente, ninguno de los 11 Ironman hechos hasta el momento, ni la Quebrantahuesos, ni la Matagalls-Montserrat, ni ninguna de las 13 maratones que he hecho hasta el momento, ni los 50 km pista, ni la Bocaina, ni....... tengo que reconocer que se sufre y mucho, pero el momento de terminar algo así es algo indescriptible, una sensación del más allá, un placer casi inigualable.....y que solo por eso CREO QUE VALE LA PENA seguir buscando nuevos retos, buscando el LÍMITE!!!